"Negocios, política y poder" Senador Aldo Ballestena del departamento La Paz (E.R)

El senador provincial Aldo Ballestena (PJ) es otro nuevo millonario de la clase política. Dispone de varios inmuebles en La Paz, un complejo en construcción de 24 departamentos a escasos metros del complejo termal -que está a nombre de su hija de 28 años-, campos en la zona y varios vehículos. Entre ellos, un Mercedes Benz de 60 mil dólares. Tiene además una fuerte injerencia en los negocios de la empresa constructora Norvial, la más beneficiada con obras en La Paz, a partir de las administraciones de Sergio Urribarri.

Aldo Ballestena


El hombre ya no es aquél de sus inicios como veterinario o concejal de La Paz, cuando llegó de la mano del recordado Eduardo Ceferino Golly, uno de los caudillos del peronismo de fines de los ’70 y los inicios del retorno de la democracia. Hoy, desde su lugar como senador provincial del PJ paceño, se transformó en otro dirigente millonario e inversor en campos, inmuebles y transita en diferentes automóviles, aunque a escondidas lo hace también en su flamante Mercedes Benz 2017, de color blanco, con el que solamente sale de la ciudad para emprender algún viaje. 

imagen de archivo

Ese vehículo cuesta la friolera de 60 mil dólares; o sea, 2.400.000 pesos al cambio de la actualidad. Aunque con excesivo bajo perfil, maneja buena parte del poder político oficialista en el departamento La Paz, define presupuestos, obras, adjudicaciones, certificados de pagos anticipados, construcciones y está claro que saca partido de cada uno de tales movimientos. De otra manera no se entiende su obsesión inversora, con marcada libertad de movimientos, como si nadie lo advirtiera, aunque en la ciudad nadie desconoce de lo que hace, porque de eso se trata.


Ese despegue político y económico lo comenzó a desarrollar de la mano de Sergio Urribarri, cuando llegó a la Gobernación, en diciembre de 2007. Aldo Ballestena, veterinario de profesión, recibido en la facultad de Esperanza (Santa Fe) e hijo de un ex gerente del Banco de Entre Ríos, de alguna manera aprovechó el vacío de poder que se produjo en su departamento con el nombramiento del ex legislador justicialista, Emilio Aroldo Castrillón, como nuevo vocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), lo que consiguió Jorge Busti en la etapa final de su último mandato como gobernador. 

Portada de Análisis 27 de septiembre 2018
Castrillón había pasado a ser el caudillo político de esa zona, después de la denuncia y condena al ex vicegobernador Domingo Daniel Rossi (PJ) por enriquecimiento ilícito y en algunas instancias competía con el ex intendente José Nogueira.


Esa porción de poder le permite, por ejemplo, disponer de más contratos que cualquier otro senador provincial en la Cámara Alta y esquivar cualquier tipo de control de los auditores del Tribunal de Cuentas, que no tienen demasiado margen para ser quisquillosos con los legisladores de uno u otro partido. 


Tal como hizo, a poco de arrancar como senador paceño en el 2008, cuando llevó a dos peones del campo que “heredó” de su padre, que no sabían leer ni escribir, pero les hizo firmar un contrato de empleados con la huella del dedo pulgar derecho y de paso a conocer Paraná, porque nunca habían estado. Desde el Senado, se pagaba (¿se sigue pagando?) los sueldos mensuales de dos trabajadores rurales del campo del legislador oficialista, como se hace con otros tantos allegados a Ballestena que nunca pisan la capital entrerriana, no tienen relación alguna con la Legislatura, pero cada fin de mes disponen del sueldo. 


De allí a lo que suceda con la totalidad de esa remuneración, es otro cantar. Pocos lo saben o mejor no lo quieren hablar, como parte de ese pacto por el financiamiento político.


Historias de amigos, parientes y “socios”

Apenas ingresó al Senado, Ballestena ubicó como secretaria a Claudia Alejandra Cardú, esposa del ingeniero agrónomo Leonardo Damonte, considerado uno de sus mejores “amigos” y aliados, quien en 1999 comenzó a transitar por La Paz, con el negocio de la compra y venta de cereales, a través de su firma denominada Granos Argentinos Sociedad Anónima. Fue hasta que Damonte cometió serias irregularidades en el manejo del dinero, por lo que fue desplazado de la empresa con la que tercerizaba servicios. 


En ese entonces comenzó a relacionarse con el joven veterinario Aldo Ballestena, quien había puesto su negocio personal del rubro, denominado El Alamo, en proximidades de la ruta. Obviamente, contó con todo el apoyo económico de su padre, Roberto Ballestena, quien apostó a la actividad agrícola comprando un campo en esa zona cerca de la ciudad y de esa manera le aseguró un futuro a su hijo.


Damonte tuvo que alejarse obligado del negocio vinculado al agro, por los desvíos de dinero que le reclamaban, en tiempos caóticos del país y la provincia, lo que le generó varios problemas en La Paz. Su familia tuvo directamente que abandonar la ciudad por las amenazas de muerte; Damonte optó por mantenerse allí, aunque recibió algunas golpizas. Una de ellas fue en la propia esquina del Banco Nación. “Acá en La Paz no le debo a nadie; solamente tengo problemas con las multinacionales”, repetía, a quien le pedía alguna explicación.


(Más información en la edición gráfica número 1086 de la revista ANÁLISIS del jueves 27 de septiembre de 2018) Daniel Enz

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