El increíble hallazgo de una “estación de servicio” en medio del Océano Atlántico, a sólo 20 millas del Mar Argentino

Se trata de un buque tanque de origen chino que puede cargar hasta 17 millones de litros de gasoil. Pasa meses en alta mar para venderle combustible a los pesqueros de la zona que no quieren regresar a puerto. Para los expertos, es un engranaje fundamental en un sistema de explotación del océano que no tiene ni pausa ni piedad con el ecosistema marino.

Pasan los días, los buques y las boyas flotando solas en el océano y se nos dibuja cada vez más completa la imagen de la industria pesquera. Lo primero y más obvio fue cruzarnos con barcos palangreros. Greenpeace relevó información de uno y realizó una acción de protesta sobre otro.


Después nos cruzamos con un famoso buque de transhipment: embarcaciones que hacen la función de frigoríficos o de almacén para los pesqueros. Son buques enormes de las mismas empresas de pesca que para evitar que sus barcos tengan que volver a puerto a dejar la carga, lo almacenan ellos a bordo y proveen a los barcos más chicos de alimentos o de las provisiones que requieran. Así, los tripulantes pueden pasar meses y meses en alta mar (usualmente tres o seis, pero quién sabe si algunos más tiempo aún).


Para los barcos españoles -habitués de esta zona- no es tan necesario este tipo de técnicas porque vienen de más cerca, pero los de origen asiático requieren de otro tipo de operaciones. Para llegar hasta el Agujero Azul, a la zona lindante con el mar argentino, recorren hasta 11.200 millas náuticas (casi 21.000 kilómetros).



Fernando, activista de Greenpeace, mira en la pantalla la gran cantidad de barcos que están por la zona. Por ley toda embarcación debe figurar en el satélite, pero se sabe que algunos pesqueros apagan su sistema cada tanto para que la competencia no descubra la zona en la que opera.

Desde el cielo, el drone muestra el buque tanque de 144 metros de eslora al frente, 
y el Esperanza detrás.

¿Cuánto puede almacenar esta misteriosa estación de servicio marítima? Nada menos que 17 millones de litros de gasoil. Su lugar de provisión sería la isla de Las Palmas, donde consigue el combustible más barato. De allí, al medio del mar, donde estará meses atendiendo pesqueros a quienes, a su vez, les permite pasar temporadas mucho más largas de las que originalmente aguantaría cualquier buque. Las especulaciones dentro del Esperanza (dado que el buque parecía recién pintado) es que llegó al área para pasar la temporada (que empieza en enero y termina en julio).



Con la presencia de los tankers en aguas internacionales se multiplican los daños: por un lado el trabajo para los pesqueros se vuelve completamente inhumano al no tener contacto con tierra por meses, y por otro lado el ecosistema marino no tiene ni un día de descanso. Es que si bien la temporada alta en esta zona son los primeros siete meses del año, dadas las características de la industria hay pesca ininterrumpida los 365 días sin importar las consecuencias. Las principales especies que se buscan acá son la merluza negra y el abadejo, ambas especies consideradas frágiles (una instancia anterior al peligro de extinción).



En el segundo gomón de Greenpeace, el Rino (por su forma de rinoceronte), fueron a bordo dos activistas. Uno de ellos levanta un mensaje para el drone, pidiendo por un tratado para proteger los océanos.

Un buque pesquero consume en promedio 15 o 20 metros cúbicos de gasoil por día (entre 15 mil y 20 mil litros), dependiendo de la cantidad de arrastre que haya hecho (es decir, dependiendo de cuánta pesca haya levantado). El método de carga de combustible en alta mar es el siguiente: los dos buques se amarran, el tanker levanta una grúa con una manguera y la extiende hasta el barco que va a cargar, se engancha en las válvulas sobre la cubierta y se pasa el gasoil.



Greenpeace se comunicó con el buque tanque antes del relevamiento de los gomones y sus investigadores están constatando si tiene las medidas de seguridad en condiciones, aunque al ser aguas internacionales la verdad es que no hay nadie que le exija cumplir las reglas. Por supuesto, siempre ronda el miedo a un derrame o a un accidente, pero más allá de eso el problema que desnuda su presencia es el de la sobrepesca y las prácticas que arrasan con la vida marina. Y uno mayor: no hay una regulación que haya que seguir.

Agostina Bosch, una de las encargadas de la acción contra el pesquero surcoreano, también extendió su mensaje frente al buque tanque chino. Foto: Cristóbal Olivares / Greenpeace

Aunque insólita, su presencia técnicamente no es ilegal. Por eso uno de los carteles de los activistas de Greenpeace dice: Tratado Global por los océanos ya. En marzo del 2020 las Naciones Unidas debatirán en Nueva York sobre este tema. Para eso se realiza esta campaña, para llegar a esa reunión con la mayor cantidad de evidencia posible y así lograr que los países sancionen condiciones de protección para las empresas que quieran pescar en aguas internacionales.


Llevamos seis días en alta mar y vimos dos ecosistemas. Parece una vez más una historia de Charles Dickens: era el más maravilloso de los ecosistemas, era el más horrendo de los ecosistemas. Era el más vital de los mundos, era el más decrépito de los mundos. Era el más natural de los océanos, era el más industrial de los océanos. Si la vida bajo el mar depende de la vida sobre ese mismo mar, las cosas no parecen ir hacia buen puerto.


Y si no, tómese un bote y salga a navegar. No encontrará sirenas pero sí, tal vez, una estación de combustible donde parar a descansar.

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