La Paz, policías se sorprendieron al ver que llevaba un hombre en el baúl del auto
En el puesto caminero Paso Telégrafo (sobre la ruta 12, en el Departamento La Paz), un automóvil Chevrolet Corsa color gris debió aminorar la marcha y fue detenido por los policías para requerir a su conductor los permisos de circulación y la documentación del vehículo. Una rutina común para los agentes del orden.
Todo ocurrió el pasado jueves 10 de septiembre alrededor de las 14. En el auto iba sólo el conductor, el empresario santafesino Juan José Clucellas, que entregó los papeles con un trato afable hacia los policías. El vehículo no estaba a su nombre sino que figuraba registrado en Itá Ibaté, Corrientes, por otra persona, que es “amigo y pariente”, según declaró.
Los policías le pidieron al hombre (dueño de la armeria La Escondida, con sede central en avenida Aristóbulo del Valle al 5600 de la ciudad de Santa Fe), que abriera el baúl del rodado. Para evitar cumplir con la orden policial, Clucellas se excusó diciendo que llevaba un ciervo Axis, animal de los que suelen cazarse en esa zona.
La sorpresa fue mayúscula: dentro del baúl no había ningún animal, sino un hombre enorme, con las piernas flexionadas, como si estuviera en posición fetal, vestido con una gorra, un jogging y zapatillas de trecking.
Los policías se pusieron nerviosos al ver al gigante dentro del auto que se movía. Dijo que se llamaba Viktor Melnyk y que era miembro de las fuerzas de elite ucranianas.
¿Qué hacía un rambo ucraniano en el baúl de un Corsa en Paso Telégrafo, cerca de La Paz? Aire de Santa Fe reconstruye en detalle esta historia que podría ser parte de una película de acción e intrigas, que aún no tiene final.
Los policías tiraron al piso a Clucellas. No sabían qué hacer. Y le pidieron al gigante ucraniano que saliera del baúl. Lo revisaron para ver si estaba armado y lo esposaron. El hombre estaba quieto. No se resistió a que los policías entrerrianos lo esposaran.
Clucellas y Melnyk quedaron demorados y explicaron la situación ante la justicia federal. Pero la historia no les cierra a los investigadores. Ni a nadie.
El dueño de la armeria La Escondida declaró que se había ido a pescar a Corrientes. Pero que no pudo lanzar la caña en las cabañas Don Quico, que son del dueño del Corsa gris, porque su amigo le dijo que podía comprometerlo. Está prohibida la pesca por la cuarentena.
“El lunes fui a Itá Ibaté, a las cabañas Don Quico que son de un amigo y pariente. Mi amigo me dijo que lo iba a comprometer porque estaban cruzando un montón de paraguayos a cobrar el IFE. Así que me quedé esperando y el martes y el miércoles me vine (para Santa Fe)”, contó a los investigadores, según pudo averiguar Aire de Santa Fe.
Lo extraño es que Clucellas se había ido a Corrientes en una camioneta. Pero la dejó en Itá Ibaté, según contó. El argumento que dio a la justicia resultó algo llamativo. “Dejé la camioneta mía en Itai Ibaté para decirle a mi mujer que se me había roto y que tenía que ir la semana que viene a pescar y le pedí el auto prestado a él para venirme”, dijo.
El empresario de 46 años aseguró que cuando regresaba a Santa Fe, luego de recorrer unos 25 kilómetros, vio a un hombre haciendo dedo en la ruta. “Para no venir solo, yo venía en el Corsita, le dije que suba”, relató.
En ese momento Clucellas dijo que le sintió una “tonada extraña”. El gigante ucraniano se sentó en el asiento del acompañante. Le contó al dueño de La Escondida, según su relato, que “la mujer tenía un gran problema, que estaba por tener familia en Rosario”.
“Le pedí si tenía papeles y me mostró que tenía placa oficial, que podía circular”, explicó. Clucellas describió que fueron pasando todos los controles policiales sin mayores problemas.
Melnyk no tenía ninguna placa oficial. Tampoco pasaporte. Sólo llevaba un permiso de residencia otorgado en Málaga, España, el 31 de julio pasado. Un carnet de conducir de España que vence el 17 de enero de 2022 y una extraña identificación como “teniente” de los “Reales Tercios de España, cuya fecha es del 15 de marzo de 2019.
Los Reales Tercios de España son –según publicó el diario El País- “una organización paramilitar a cuyo frente se encuentran personas que tratan de constituirse en salvaguarda de la monarquía”. Es como una especie de logia, integrada en su mayoría por militares.
“Íbamos llegando a Entre Ríos. Llamé al puesto porque conozco a gente de allá. Llamé a un amigo policía y le dije que avise que iba a pasar con un auto que no tengo permiso y le di los datos de la chapa patente.
Así que cuando vamos llegando le digo a mi acompañante la situación, le digo que nos iban a parar, y me insistía que quería llegar, me mostraba que la mujer había roto bolsa, y le decía que no nos iba a pasar nada porque yo ando cazando siempre por la zona”, declaró Clucellas de manera bastante contradictoria.
Aún más extraño es lo que ocurrió después. “Entonces él me dijo que se metía en el baúl. Me decía que estaba dispuesto a hacer 1700 kilómetros en el baúl con tal de llegar a ver a la hija. Le dije que se meta total no iba a pasar nada”, aclaró el empresario.
Cuando llegaron en el Corsa gris al control de Paso Telégrafo, cerca de La Paz, los paró el control caminero. “Le dije que llevaba un ciervo, pero se ve que se notó que el baúl estaba cargado”. Nada menos que dentro del baúl había un ucraniano de unos 150 kilos y más de 1.90 de altura.
“Me pidió que le abra el baúl, y cuando le dije que había un señor adentro me tiraron al piso. Por la desesperación de traer a este tipo que venía contando cosas y que tenía amigos en Rusia que cazaban, se dio todo esto, de inconsciente nada más”, se atajó Clucellas.
Melnyk, quien habla perfecto español dijo luego en su declaración que perteneció al grupo militar de elite Titan en Ucrania, entre 1994 y 2000, pero que actualmente reside en España. Pero su pareja vive en el centro de Rosario.
Otro capítulo raro de esta historia es que el ucraniano admitió haber entrado a la Argentina de manera ilegal desde Paraguay. Y probablemente a ese país también ingresó de forma clandestina proveniente de Brasil.
Pero Melnyk aseguró, a su vez, que tiene domicilio en avenida Francia 1448, de Rosario, donde está su pareja. Declaró que “actualmente es empresario y tiene apoyo porque trabaja para el Reino de España.
Es funcionario de seguridad y representante en Latinoamérica. Empresario y accionista en la empresa, con intenciones de presentarla ante el Ministerio de Economía de Argentina, ya que va por todo el continente, su fábrica produce maquinarias para destilar el agua de mar”. Es difícil de creer si dijo la verdad.
Melnyk habla perfecto español y dijo luego en su declaración que perteneció al grupo militar de elite Titan en Ucrania, entre 1994 y 2000.
Melnyk fue detenido y actualmente está demorado, cumpliendo la cuarentena de 14 días. El juez federal de Paraná Leandro Ríos pidió a Interpol sus antecedentes e información sobre posibles causas abiertas y si pesa sobre su cabeza algún pedido de captura. Pero en realidad no se sabe nada de él. Ni siquiera si es Viktor Melnyk.
“Parece la historia de un sicario, un asesino a sueldo que iba a Rosario para llevar adelante un trabajo de alto nivel”, sospechan los investigadores, pero sólo sustentados en la intuición y en las series de Netflix.
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