Aniversario del fallecimiento de Eva Perón

Por la Dra. Sara Liponezky (directora del Museo Provincial Hogar Escuela Eva Perón)¨Y el pobrerío se quedó sin madre ¨, dijo María Elena Walsh en su magnífico poema Eva. Fue aquel 26 de julio de 1952, más frío y desolador que todos los inviernos.




El desamparo se instaló en las almas de miles de argentinos que habían inaugurado con Evita la esperanza de una vida mejor. 


Mujeres que emigraban del interior y encontraban en la ciudad siempre hostil su primer trabajo registrado, que podían obtener ingresos desde su casa gracias a la máquina de coser que les envió la Fundación; 


Que egresaban como enfermeras profesionales de las Escuelas creadas por la Institución, que adquirieron ciudadanía plena a través del voto por impulso de Eva Perón. 


Hombres que emergieron de la marginalidad, lograron una vivienda para su familia, una protección para la salud, aguinaldo, jubilación y salario digno. 


Niños que conocieron su primer juguete, fueron contenidos cuidados y educados en los Hogares Escuela de la Fundación. En un Estado reparador de las iniquidades y promotor del desarrollo humano. 


A través de políticas públicas marcadas por la impronta de esa mujer avasallaste: la JUSTICIA SOCIAL como un derecho y no un limosna o un acto de beneficencia.

Por eso el vacío fue devastador. 

Esa mujer increíblemente joven para tanta firmeza, desafiante frente a todas las barreras, valiente, inflexible pero blanda de corazón, sin límites en su entrega, justiciera,transgresora,extraordinariamente lúcida para percibir la realidad y hacer para transformarla, encarnaba los sueños, las expectativas y la garantía de sostener los derechos conquistados para sectores históricamente relegados del trabajo, la producción y la participación política. 


Santa, madrecita, hada, la devoción de esas multitudes estalló en un desconsuelo sin tregua mientras algunos grupos de miserables, indignados pro la pérdida de sus privilegios, personajes siniestros, escribían en las paredes ¨Viva el cáncer¨. 


Creían que esa muerte tan temprana como llorada , cerraría ¨para siempre el capítulo de Eva Perón…


Ignoraban que hay seres inmortales porque calan tan fuerte en la memoria y el alma colectiva que su paso por este mundo es una huella eterna. 


Quedaba también el testimonio imbatible de su obra gigantesca: edificios construidos y equipados con los más nobles recursos, viviendas populares con estética y solidez impecable, una comunidad impregnada de solidaridad y conciencia ciudadana, fortalecida con sus nuevos derechos.


Una nueva liturgia levantó altares en los hogares más humildes, fueron la semilla de una resistencia al olvido que atravesó toda clase de agravios, penurias increíbles de su cuerpo con poderoso simbolismo, negación y mentiras. 


No pudo sin embargo esa acción destructiva, con el amor del pueblo y la fuerza de su imagen, que trascendió las fronteras, ganó la admiración de propios y extraños, y abrió el camino a las nuevas luchas de las mujeres por equidad y justicia. 


Fue la inspiración de artistas, cineastas, historiadores y escritores que rezaron su figura, la potenciaron y proyectaron en diferentes espacios de la cultura, la investigación histórica, y la ciencia política.


Hoy como siempre y cada año nos confirma en nuestras convicciones y nos interpela el recuerdo de su hacer intenso y trascendente. Vale el lema enarbolado por el Museo nacional Evita al recordar su aniversario: EVITA ES HOY.


Enfermedad, muerte y desaparición de su cuerpo


En abril de 1952 llegó a pesar 38 kilos. El Doctor Pedro Ara, en su obra citó: «… Si su espíritu pareció seguir lúcido y vibrante hasta el fin, su cuerpo habíase reducido al simple revestimiento de sus laceradas vísceras y de sus huesos. En 33 kilos parece que llegó a quedar aquella señora tan fuerte y bien plantada en la vida…».


Permanecía semanas enteras en la residencia presidencial o en la quinta de Olivos, a veces levantada, a veces en cama. Recibía bastante gente, pese a las indicaciones médicas, pero la fatiga la obligaba a cada rato a suspender las visitas. Incluso, algunas veces, se presentó en actos públicos.


El 1° de mayo asistió al acto de los trabajadores junto a Perón y a su pueblo. Este, al verla, la alentó a decir su discurso, el último y el más fuerte en su contenido doctrinario en apoyo al ideario peronista. Con mucho esfuerzo lo pronunció. Al terminar, cayó en brazos de Perón. El 7 de mayo cumplió años y recibió el título de Jefa Espiritual de la Nación. En la avenida Libertador miles de personas se apretujaron para saludarla y una caravana de taxis tocaba sus bocinas en saludo. Finalmente, apareció en la terraza de la residencia presidencial, saludando con debilidad a la multitud.


El 4 de junio Perón asumió por segunda vez la presidencia. Eva se volvió a obstinar y le mandaron a decir que en la calle hacia mucho frío. A lo que ella respondió con enojo: «…Eso se lo manda a decir Perón. Pero yo voy igual: la única manera de que me quede en esta cama es estando muerta…». Con una masiva dosis de calmantes, concurrió al acto de asunción, donde se negó a sentarse. Ya agonizante, la llevaron a un vestidor, acondicionado con todo lo necesario.


Juan Domingo Perón recordó: «…Aquellos días de cama fueron un infierno para Evita. Estaba reducida a su piel, a través de la cual ya se podía ver el blancor de sus huesos. Sus ojos parecían vivos y elocuentes. Se posaban sobre todas las cosas, interrogaban a todos; a veces estaban serenos, a veces me parecían desesperados…».


El 18 de julio de 1952 entró en un aparente estado de coma. Pero los médicos pudieron revivirla a último momento con un equipo de resucitación y, otro, de oxigenoterapia.


Para el 26 de julio parecía que todo sería tranquilo, pero a las 10 Evita entró en un sopor del que ya no saldría. Esto instó a los médicos a realizar el primer comunicado. El último comunicado, a las 20, avisó que la salud de la enferma había empeorado. El lecho fue rodeado por todos sus hermanos y sus más allegados colaboradores. A las 20 y 23 el Doctor Taquini miró a Perón diciendo: «No hay pulso».


A las 21 y 36 el locutor J. Furnot leyó por la cadena de radiodifusión: «Cumple la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la Señora Eva Perón serán conducidos mañana, al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente…».


Un gran silencio comenzó a cancelar todas las actividades del país. Los transeúntes se marcharon a sus casas. Las radios irradiaron música sacra. Cines, teatros y confiterías cerraron sus puertas. Sus últimos deseos, expresados a Perón, habían sido que no quería que su cuerpo se consumiera bajo tierra y que quisiera ser embalsamada. Se llamó al Doctor Pedro Ara para que hiciera este trabajo.


La CGT decretó un duelo de 72 horas y en las plazas de todos los barrios porteños se erigieron pequeños altares con la imagen de Eva y un crespón negro recordándola. El día 27 su cuerpo se trasladó al Ministerio de Trabajo y Previsión. 


El multitudinario velatorio se prolongó hasta el 9 de agosto. La cola era de aproximadamente 35 cuadras. La Fundación repartía frazadas para afrontar las adversas condiciones que se presentaron durante el velatorio y hasta se instalaron puestos sanitarios para la atención de las personas que esperaban.


Llegado el 9 de agosto el cuerpo fue trasladado al Congreso Nacional para rendirle los correspondientes honores. Al día siguiente, la mayor procesión nunca vista en Argentina hasta ese momento fue presenciada por 2 millones de personas, a lo largo de Rivadavia, Avenida de Mayo, Hipólito Irigoyen y Paseo Colón. 


Estuvo precedida por 9 patrulleros de la policía. Más de 15 mil soldados rindieron honores militares y la cureña fue arrastrada por 45 gremialistas y escoltada por cadetes de institutos militares, alumnos de la Ciudad Estudiantil, enfermeras y trabajadoras de la Fundación. 


A las 17 y 50, mientras la ciudad silenciosa era estremecida por una salva de 21 cañonazos y cornetas del ejército, seis empleados de una empresa fúnebre introdujeron el ataúd en el segundo piso de la CGT, donde el Doctor Pedro Ara lo recibió para efectuar el embalsamamiento, que duraría hasta 1955.


El 12 de agosto el cuerpo fue llevado al segundo piso de la CGT, que fue acondicionado como laboratorio y despacho del Doctor Pedro Ara. Frente al hall de la planta baja se construyó una especie de monolito con la imagen de Evita y una gran cruz. Este monolito se mantuvo florido durante los siguientes tres años.


El cuerpo de Eva Perón sería llevado al “Monumento al Descamisado”–denominado con posterioridad “Monumento a Eva Perón” -,el cual no pudo ser concluido por producirse el golpe de estado que derrocó, en 1955, al gobierno constitucional del Presidente Juan Domingo Perón, el cual fue obligado a exiliarse en el exterior.


La denominada “Revolución Libertadora” inició un proceso de persecución y proscripción del Peronismo –a través del Decreto 4161 y otros– junto al encarcelamiento y torturas de sus principales dirigentes.


El cuerpo de Evita fue secuestrado por un grupo militar y trasladado, durante dos años, a distintos lugares de la Ciudad de Buenos Aires – sufriendo distintos tipos de vejaciones y mutilaciones por parte de dichos militares – hasta 1957.


Ese año la Dictadura de la Revolución Libertadora ordena el traslado del cuerpo de Eva Perón – en un operativo secreto – a Italia, bajo el nombre falso de María Maggi de Magistris al Cementerio Maggiore de Milán donde estaría enterada hasta 1971.


A partir de entonces fue incesante el pedido de restitución del cuerpo de Eva Perón por parte de la Familia Duarte, la cual sufrió persecuciones y debió exiliarse en Chile para luego, años después, retornar a la Argentina y continuar con sus reclamos ante la justicia y ante los gobiernos de turno.


Tras varios años de lucha por parte de la Resistencia Peronista y del accionar de los grupos de guerrilla cercanos al Peronismo la Dictadura Militar –denominada Revolución Argentina – intenta negociar con el General Juan Perón para que no retorne a nuestro país por medio de la devolución del cadáver de Eva Perón.


El 1 de septiembre de 1971 sale del Cementerio Maggiore de Milán el cuerpo de Evita – llevado por un grupo militar – para devolver el cadáver al Gral. Perón en Madrid, España. Luego de comprobar las diversas mutilaciones del cuerpo, se dispone que éste permanezca en Puerta de Hierro- la residencia de Perón en España – para luego ser trasladado a la Argentina.


Blanca y Erminda Duarte, hermanas de Eva Perón, viajaron a Madrid para ver el cuerpo de su hermana. En el año 1985, en respuesta a un artículo periodístico, publicaron un comunicado en que decían: “Nuestra intención no es revisar antiguas heridas que nos siguen haciendo sufrir. Pero no podemos ni debemos permitir que la historia sea desnaturalizada. Por eso damos testimonio aquí de los malos tratos inflingidos a los despojos mortales de nuestra querida hermana Evita:


Varias heridas en la sien y cuatro en la frente,
Un gran tajo en la mejilla y otro en el brazo, a nivel del húmero.
La nariz completamente hundida, con fracturas del tabique nasal.
El cuello prácticamente seccionado,
Un dedo de la mano cortado,
Las rótulas fracturadas,
El pecho, acuchillado en cuatro lugares,
La planta de los pies está cubierta por una capa de alquitrán,
La tapa de zinc del ataúd tiene las marcas de tres perforaciones, sin duda intencionales. 


En efecto el ataúd estaba completamente mojado por dentro, la almohada estaba rota y el aserrín del relleno, pegado a los cabellos.

El cuerpo había sido recubierto de cal viva y mostraba en algunas partes las quemaduras provocadas por la cal.Los cabellos eran como lana mojada.El sudario, enmohecido y corroído”.


Tras el fin de la proscripción del Peronismo y la asunción de Perón como Presidente se pensó transportar el cuerpo pero la situación de convulsión interna – unida al deterioro de la salud y posterior muerte del teniente general Juan Perón – imposibilitaron que se realizara en vida de su esposo.


Recién el 11 de noviembre de 1974 retornaron los restos de Evita de España en un operativo llevado a cabo por el Ministro de Bienestar Social José López Rega y miembros del grupo A.A.A, los cuales dispusieron que su cuerpo, junto con el del presidente Perón, se hallase en una capilla ardiente en la residencia presidencial de Olivos, sin que la familia Duarte tuviera acceso a su familiar.


Finalmente la última dictadura, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, dispuso la restitución del cuerpo de Eva Perón a sus familiares para ser llevada a su bóveda, separada de su marido, bajo estrictas normas de seguridad diseñadas por los mismos militares.


Trasladada al Cementerio de la Recoleta de la ciudad de Buenos Aires el 22 de octubre de 1976, hoy descansa en paz definitivamente.


Fuente:Visión País
Por Pablo Adrián Vázquez*
* Politólogo; Docente UCES; Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón y Juan Manuel de Rosas

Comentarios