‘Querida Layla’: las cartas de un icónico triángulo amoroso del rock a la venta

Los mensajes de Eric Clapton a Pattie Boyd dejan ver cómo enamoró a la que fue pareja de George Harrison y las canciones apasionadas que surgieron de este romance. Las cartas se subastarán esta semana.



Desde la izquierda, fotos de George Harrison, Pattie Boyd y Eric Clapton de finales de la década de 1960.


Una mañana de primavera de 1970, la modelo Pattie Boyd estaba desayunando en su mansión destartalada de la campiña inglesa cuando recibió una carta marcada como “Urgente”.

Dentro del sobre había una nota de amor breve. “Queridísima L”, empezaba la carta, añadiendo después: “¡Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi o hablé contigo!”. A medida que Boyd seguía leyendo, la nota tomaba un tono desesperado: “Si todavía sientes algo por mí… ¡debes hacérmelo saber!”.

“No llames por teléfono”, añadió el escritor emocional. “Envía una carta… es mucho más seguro”.

El autor se despidió con una misteriosa “E”.


Boyd está vendiendo una carta que recibió de Clapton en la primavera de 1970, mientras estaba casada con Harrison.


En una entrevista reciente, Boyd recordó que había asumido que la carta era de un fan enloquecido y se la enseñó a su marido, el guitarrista de los Beatles George Harrison. Después se olvidó del asunto, hasta unas horas más tarde, cuando sonó el teléfono. Era Eric Clapton, el guitarrista de rock y uno de los amigos de Harrison.




“¿Recibiste mi carta?”, preguntó Clapton.

Más de 50 años después de que la misiva de Clapton involucrara a Boyd en uno de los triángulos amorosos más míticos del rock, la nota tendrá su momento de gloria. 


El viernes, Christie’s subastará más de 110 objetos de los archivos de Boyd, incluida la carta (con un precio estimado de hasta 15.000 libras, unos 19.000 dólares), así como fotografías de Clapton y Harrison y letras de canciones escritas a mano de ambas leyendas del rock.


Boyd dijo que se desprendía de la correspondencia íntima porque había superado esa parte de su vida. “Eric escribió las cartas más divinas y hermosas, y no quiero seguir leyéndolas”, dijo Boyd. “Me duele”.


Tras recibir la llamada de Clapton, Boyd contó que no sabía si sentirse “alegre o culpable” por haber llamado su atención. Frustrada con su matrimonio —Harrison estaba cada vez más preocupado por la ruptura de los Beatles— Boyd dijo que no podía elegir entre los dos hombres. “Mi signo zodiacal es Piscis, que son peces nadando en distintas direcciones”, dijo Boyd. “Decidirme sobre estas grandes decisiones siempre es un infierno”.


Clapton siguió buscando a Boyd, en persona, por cartas y con canciones. Boyd recordó que la invitó a un apartamento de Londres donde le tocó una canción que había escrito sobre un hombre obsesionado con una mujer que no deja de rechazar sus insinuaciones. Era “Layla”, que se convirtió en una de las grandes canciones de amor de la década de 1970.


“Simplemente supe —¡lo supe!— que se trataba de mí”, recuerda Boyd del momento en que escuchó por primera vez “Layla”.


“Tuve sentimientos encontrados porque era precioso, intenso y asombroso”, dijo. “Al mismo tiempo, la vieja Piscis que hay en mí pensó: ‘Dios mío, si George oye esto se va a dar cuenta de que se trata de mí’”. 

(La venta de Christie’s incluye un cuadro utilizado como portada del álbum de 1970 de Derek and the Dominos, Layla and Other Assorted Love Songs).


Clapton declinó una solicitud de entrevista para este artículo, pero en una entrevista de 2007 con The New York Times, dijo que, aunque había estado enamorado de Boyd, “Layla” no era un documental. “Crear una canción es simplemente ponerle un sello a un sentimiento”, dijo.


Boyd describió su relación con Clapton como “una aventura”, pero dijo que se sentía “moralmente obligada a seguir siendo una mujer casada”. Su madre se había divorciado dos veces, añadió. “Vi lo destructivo que fue para ella, y por eso no quise repetir la historia”.


Poco después de que ambos se involucraran, Clapton se perdió en la adicción a la heroína. Pero volvió a escribirle a Boyd en 1971, cuando le envió una carta escrita en una página arrancada de la novela de John Steinbeck, De ratones y hombres.


“Estoy al borde de mi mente”, escribió en letra cursiva pulcra. “Si no me quieres, por favor, rompe el hechizo que me ata”.


“Enjaular a un animal salvaje es un pecado”, escribió Clapton, “domesticarlo es divino”.


Esa carta también está en la venta de Christie’s, con un precio estimado de unos 19.000 dólares.


Boyd también está vendiendo una carta que Clapton escribió en 1971 en una página arrancada de De ratones y hombres, de John Steinbeck.


Entre otras correspondencias de la subasta hay una carta de 1971 que Harrison envió a Boyd desde Nueva York, donde el Beatle mantuvo varias reuniones de negocios y comió “muchos” sándwiches de queso a la plancha, según escribió. 


Boyd dijo que Harrison siempre le decía que la quería en cartas y postales, pero a menudo se centraba en las irritaciones de la vida entre viajes. Eran “cartas correctas”, dijo Boyd, “mientras que las de Eric no tenían nada que ver con el día, ni con lo que estaba haciendo en el estudio. Era simplemente intenso”.


Harrison sabía de los sentimientos de su amigo por Boyd. En sus memorias, Wonderful Tonight, Boyd recuerda una fiesta en la que Clapton le dijo a Harrison: “Tengo que decírtelo, estoy enamorado de tu esposa”. Sin embargo, nunca llegaron a los golpes. Para los músicos, dijo Boyd, “la rivalidad se manifiesta a través de una guitarra”.


Al final, Boyd sucumbió al encanto de Clapton. En julio de 1974, dejó a Harrison. Una semana después, Clapton la llamó y le pidió que se uniera a él en la gira, una llamada que condujo a un matrimonio de 10 años y a otra canción clásica. En 1976, Clapton escribió “Wonderful Tonight” mientras esperaba a que Boyd eligiera un vestido para una fiesta.


“Cuando por fin tomé la decisión y bajé, esperaba que Eric se enfadara conmigo por haber tardado tanto”, dijo Boyd. “En lugar de eso me dijo: ‘Escucha lo que he escrito’”.


Una foto sin fecha de Boyd y Clapton en una fiesta en los Cherokee Studios de Hollywood.


En una época en la que muchos artistas escriben sus letras, por no hablar de sus cartas de amor, en celulares, Adrian Hume-Sayer, director de ventas especializadas de Christie’s, dijo que esperaba que hubiera menos ventas de ese tipo de correspondencia íntima. También era raro que un triángulo amoroso “fuera el centro de tanta creatividad”, dijo.


Boyd también parecía consciente de lo mucho que habían cambiado los tiempos. “Hace años había más romance”, dijo.


“Estoy segura que la gente hace cosas románticas ahora”, añadió, “pero no me imagino cuáles son. Si lo sabes, por favor, dímelo”.




Fuente:https://www.nytimes.com/es

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