La Nicaragua invadida, violentada y saqueada
Ante la inacción del Gobierno sandinista y de la Justicia nicaragüense, la Costa Caribe se ha convertido en la zona con más homicidios de Nicaragua.
Un equipo periodístico de Onda Local, La Prensa y CONNECTAS viajó allí para documentar la grave situación que se vive.
Grupos armados han invadido millones de hectáreas, provocando el desplazamiento forzado de las poblaciones indígenas.
Además, se han multiplicado los asesinatos de miskitas y mayangnas, los pueblos que por siempre han vivido en la Costa Caribe. Cientos de ellos sobreviven hoy en el exilio en Costa Rica, alejados de su tierra, de su medio de vida y de su idioma.
Pese a la fuerte presencia en la zona del Ejército de Nicaragua, grupos armados han invadido más de un millón de hectáreas de tierras indígenas en la Costa Caribe. Muchas de ellas en áreas protegidas, donde explotan los recursos naturales y provocan un desplazamiento forzado de los pobladores que ancestralmente han vivido en estos territorios.
Dos hombres aparecen en la entrada de la comunidad indígena Polo Paiwas, sobre la ribera del río Waspuk, en el Caribe Norte de Nicaragua. Su apariencia mestiza los delata. No son de esta zona. Usan botas de hule, pantalón azulado y camiseta. Ambos están llenos de barro y por las herramientas que cargan, se hacen pasar por dos mineros artesanales que la tarde de este domingo de agosto de 2015 pasan por esta comunidad para descansar.
-¿Tiene un poquito de agua que me regale? – pregunta uno de ellos.
-Sí – responde una indígena
-Muchas gracias
-¿De dónde son ustedes?
-Venimos de la mina. Andábamos trabajando y ya vamos para la casa
Terminan su vaso de agua y tras descansar unos minutos, los desconocidos se retiran. El siguiente domingo, pasan nuevamente por la comunidad y además de agua, piden un poco de comida en otra de las casas vecinas. Y así una semana después. Pasaron varios domingos y su presencia se volvió cotidiana. Algunos indígenas los invitaban a pasar a sus hogares y a compartir con sus familias hasta que un día dejaron de llegar.
Dos meses después, el 29 de octubre de 2015, un grupo de hombres armados vestidos como militares y con fusiles AK47 llega a la comunidad. Otro grupo sale del bosque y asusta a los comunitarios, mientras otros salen del costado oeste del caserío. La comunidad está rodeada.
“Estas tierras ya no son de ustedes. Váyanse de aquí”, dice uno de los hombres, aparentemente el líder del grupo, mientras camina entre las casas disparando ráfagas al cielo. Al escuchar los disparos, los comunitarios empiezan a correr asustados para salvar sus vidas. La única salida es buscar refugio en el medio del bosque o tratar de huir río arriba hacia la comunidad vecina de Klisnak.
Mientras los indígenas huyen, los invasores revisan casa por casa para desalojar a sus habitantes. Entre los armados, los nativos reconocen a los dos hombres que se hicieron pasar por mineros y llegaban cada domingo a convivir con ellos. “Lo que habían llegado a hacer fue a ver cuántas familias eran en la comunidad, si había hombres, si había armas, a qué hora salían a las parcelas. Llegaron a investigar”, dice una líder miskita que vivía en Polo Paiwas y que solicita anonimato por temor a represalias.
Esta miskita recuerda que aquel día varios comunitarios se opusieron a abandonar sus propiedades. Algunos incluso trataron de defenderse con sus armas de cacería, como el caso de la única víctima fatal de esa invasión, el joven Germán Martínez Fenley, quien fue abatido por las balas de los invasores. Para asegurarse de que no quedara nadie en la zona, incendiaron las casas, los cultivos y mataron a los animales.
Una experiencia similar vivió Florentina Wilson, de la comunidad Wiwinak. Ese mismo año, un grupo de unos 30 hombres armados llegó a esa localidad para desalojar a sus habitantes. Según ella, algunos invasores llegaron a caballo y otros a pie. Unos vestidos de civil y otros con traje militar. Portaban fusiles AK47, de uso oficial del Ejército de Nicaragua, además de escopetas y armas calibre 12 y 22. Entraron a la comunidad disparando. “Dijeron algunas malas palabras y empezaron a disparar. Cuando vieron que la gente se estaba cruzando el río y huyendo, quemaron todas las casas”, cuenta Wilson, de 44 años.
Pero este no es un problema antiguo, pues la invasión a las tierras indígenas en Nicaragua persiste estos días. Un líder de la etnia miskito asegura que, en 2023, solamente en el territorio Wangky Twy Tasba Raya, en Waspam, Caribe Norte, que aglomera a 21 comunidades indígenas, terceros armados se apropiaron de más de 25,000 hectáreas de las comunidades Francia Sirpi, Wisconsin, Esperanza Río Wawa y Santa Clara.
De acuerdo a cifras proporcionadas por los mismos indígenas, desde 2009, cuando se reportaron las primeras invasiones, los invasores se han apropiado de aproximadamente 1,750,000 hectáreas de tierras indígenas en la Costa Caribe nicaragüense (equivalente al 36% del total). Es decir, un promedio de 125,000 hectáreas al año. Asimismo, hasta 2023 registran 76 indígenas asesinados durante las invasiones.
Amaru Ruiz, ambientalista y director de Fundación del Río, una organización dedicada a la preservación del medio ambiente e ilegalizada por el Gobierno de Nicaragua en 2021, señala que las cifras de hectáreas invadidas pueden ser incluso mayores debido a que es muy difícil medir con exactitud estos terrenos, sobre todo porque el acceso a la zona se complica por la presencia de estos grupos armados.
Sin embargo, Ruiz explica que la deforestación es un indicador de estas invasiones, pues una vez que se apropian de estas tierras, las personas armadas se encargan de hacer potreros para vender a terceros esas propiedades, o las dedican a actividades como ganadería o minería.
Caribe Norte 2009
En la plataforma Global Forest Watch, que muestra imágenes satelitales de los bosques del mundo, es posible ver el avance de la deforestación en el Caribe nicaragüense. Entre el 21 de enero de 2022 y el 21 de enero de 2024, la plataforma registró 6,664,313 alertas de deforestación en el Caribe Norte y otras 763,991 en el Caribe Sur.
Esta misma plataforma muestra que entre 2009 y 2022, en el Caribe Norte se perdieron 524,000 hectáreas de cobertura arbórea, mientras que el Caribe Sur fueron 404,000 hectáreas, lo que suma un total de 928,000 hectáreas. Esta cifra puede ayudar a indicar, en parte, el avance de la deforestación provocada por los invasores, señala Ruiz.
Fuente: https://www.connectas.org/especiales/costa-caribe
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