La Justicia, los medios, las redes: el oficio y los desafíos del periodismo ante al poder

Los periodistas de Mariel Fitz Patrick (Infobae), Hernán Cappiello (La Nación) y Claudio Savoia (Clarín) tuvieron una gran convocatoria que colmó el salón del octavo piso del Hotel Howard Johnson Mayorazgo de Paraná, en el marco del Ciclo de Charlas Periodísticas de ANÁLISIS. Durante dos horas, hablaron de la realidad de la Justicia en Argentina y de su trabajo periodístico para aportar la mejor información y poner en contexto los hechos y decisiones judiciales que van marcando la vida política del país en estos tiempos.





A continuación, las disertaciones completas de los periodistas:

Fitz Patrick: 


“La libertad de trabajar como periodistas independientes críticos del gobierno de turno tiene que protegerse”

Ha mejorado el acceso a los expedientes judiciales y a las resoluciones judiciales. 

Antes había que conseguir las fotocopias de un expediente, leerlo en papel y luego traducirlo. 

Hoy por una decisión de la Corte Suprema de Justicia se dispuso la publicación de las resoluciones de las Cámaras, de los Tribunales Orales, en un sitio que es el Centro de Información Judicial, que permite que mucha información esté en línea, que se pueda acceder a ese expediente mucho más rápido y en formato digital. 

Alguna vez podrá estar escaneado, pero en general es en PDF o en un formato que podemos acceder mucho más rápido. 

También es verdad que esta facilidad de acceso a la información judicial tiene un valor para mí adicional porque permite que la justicia sea un poquito más transparente, porque podemos acceder, no solo a los periodistas, sino incluso a la ciudadanía, a fallos y resoluciones judiciales, podemos empezar a conocer quiénes son los funcionarios, los jueces, los fiscales. 

Hoy por hoy están mucho más bajo el escrutinio público de lo que estaban hace 10 años. 

Y esto me parece importante porque nosotros como periodistas y ustedes como sociedad, tenemos que poder exigirles a los funcionarios judiciales buen desempeño, transparentar cómo llegan a las resoluciones judiciales que llegan. 

Yo sé que a veces los órganos judiciales pueden parecer un poquito como lejanos, pero es muy importante que nosotros del rol de periodista pongamos la lupa en lo que resuelven los jueces y los fiscales y que la sociedad también pueda tener una mirada sobre ellos. 

Creo que, de esa manera, cuando hay mayor transparencia, también nosotros como periodistas podemos conocer quiénes son esos fiscales o jueces, dónde se paran, cuáles son sus trayectorias, si hay inconsistencias, podemos analizar su patrimonio para ver si de pronto hay un fallo. 

Ese escrutinio que nosotros como periodistas ponemos la lupa sobre la Justicia me parece esencial, me parece clave para un sistema democrático en el cual la justicia se tiene que sentir observada. Y para eso nosotros tenemos un rol que cumplir.




También esta mayor transparencia y mayor acceso a todas las resoluciones judiciales, si bien para nosotros es una ventaja también, lo sabemos, el que está cubriendo judiciales, implica una competencia muy ardua con los tiempos. 

Antes se podía resolver una nota, procesar la información, darle contexto, llamar a otras fuentes en el transcurso del día hasta que el diario salía al otro día. Ahora no. En poquitas horas ya está en las redes, ya está publicado, ya está circulando online. 

Por un lado, si hay una resolución judicial eso facilita una mayor transparencia, pero por el otro, nosotros como periodistas tenemos que darles un valor agregado, tenemos que poder entender, leerse 400 páginas, hay que leerlo casi todo medio transversal, a veces en diagonal rápidamente, darle un contexto, poder situar en dónde ocurre ese fallo, en qué contexto se inscribe, quiénes son los que intervienen, toda esa tarea del periodismo, por más que los fallos y las resoluciones judiciales estén mucho más accesibles, esa tarea nuestra como periodistas sigue siendo esencial para que la ciudadanía tenga más elementos. 

Porque además por otro lado las resoluciones y fallos judiciales siguen siendo a veces crípticos en su lenguaje, siguen usando un lenguaje que si bien es menos almidonado, sigue siendo a veces difícil de entender. Por eso me parece que ahí a pesar de que hay un mayor acceso a la información vinculada a casos judiciales, nosotros como periodistas tenemos un desafío enorme, contrarreloj.

Muchas veces la Justicia va detrás de investigaciones nuestras y también es nuestro rol como periodistas permitir o lograr que esas causas sigan avanzando. 

Muchas veces cuando los jueces y los fiscales se sienten observados y nosotros sostenemos en la agenda pública una determinada causa, bueno, la justicia va un poquito más rápido que si quizás no hubiera una lupa sobre ellos y un expediente queda cajoneado en un Juzgado. 

Por eso también ahí los periodistas tenemos un rol importante en no dejar que los temas caigan, porque los tiempos judiciales son más lentos que lo de la ansiedad mediática y a veces quedan en el olvido, y hay un nuevo escándalo judicial que tapó el anterior. Ahí tenemos un deber de no dejar que quede perdido en el tiempo.

También quería referirme, ya que estamos acá en Entre Ríos y mencionaba el trabajo de Daniel Enz en la revista ANÁLISIS, a esa tensión entre la Justicia y el periodismo en las provincias, donde en muchos casos es más difícil que en la Capital Federal. 

Por un lado, porque en general los jueces federales y nacionales ya de alguna manera incorporó que sus fallos deben ser públicos o colgados online o por lo menos de acceso a los periodistas. Eso ya está de alguna manera incorporado. En el interior, en muchos juzgados y tribunales, no. 

Hay cierto recelo en preservar la inocencia del acusado, hasta que no esté comprobado que es culpable y me parece que eso va en contra de lo que la sociedad está demandando, poder conocer antes. 

Entonces todavía en las provincias hay un camino a recorrer en esta tensión entre justicia y periodistas, sumado al hecho que uno se puede cruzar a sus funcionarios judiciales fácilmente en localidades que son más chicas. Eso tampoco es fácil.

Me parece que entender esa trama de intereses de la justicia local y cómo se mueve, porque muchas veces está cooptada por el poder político local, ahí tenemos que poner nosotros nuestro ojo, nuestra atención y ver si de alguna manera corremos ese velo que quieren que permanezca oculto. 

La Justicia local, con una cierta connivencia con gobiernos, que prefieren que mejor no se sepa, porque eso le sirva al poder político y le sirva al poder judicial.

También quería compartir algo que quizás todavía en las provincias no hay tanto, no está tan percibido como lo que estamos en la Capital y los medios nacionales, y que tiene que ver con un momento muy delicado que estamos atravesando como periodistas debido a que nos hemos vuelto blanco de agresiones en redes sociales con generalizaciones injustas e infundadas. 

Hay un escrache a periodistas en las redes muy fuerte con nombre y apellido de cuentas afines a este gobierno nacional, que son incluso retuiteadas por el Presidente de la Nación, con agresiones explícitas y acusaciones de todo tipo de ensobrados, llorapautas, mentirosos, que tienen un costo muy alto no solo en lo que puede ser en términos personales, hay un cúmulo de colegas que están siendo víctimas de este hostigamiento digital que no solo afecta en lo personal, porque para nadie es grato, pero también afecta a nuestra tarea como periodistas. 

Yo creo que esta suerte de campaña de instalar informaciones falsas, de desprestigiar a los periodistas, nos debe preocupar como sociedad, porque son prácticas de gobiernos autoritarios, nosotros no queremos un gobierno autoritario, nos podrá gustar más o menos Milei, su política económica, su discurso contra la casta o sus medidas, pero la libertad de expresión y la libertad para poder trabajar como periodistas independientes críticos del gobierno de turno tiene que protegerse, porque esto es esencial para la democracia. 

Por eso me parece preocupante que Milei siga escalando este enfrentamiento con los medios, esta utilización de las redes tratando de prescindir del periodismo como si justamente no hiciera falta un periodismo que investigue, que descubra aquello que está oculto.

Parte de esta estrategia que se llama ensuciar a la conversación en la discusión pública, ensuciar y desprestigiar a los periodistas para que después cuando salimos con alguna investigación o alguna noticia que no le gusta al gobierno, el desprestigio descalifica eso que nosotros investigamos, por eso me parece que yo quería prender una luz roja sobre este punto, quizás ustedes acá en Entre Ríos no lo están viendo tanto pero en Buenos Aires lo estamos viendo con preocupación, porque esto de ensuciar al mensajero termina afectando nuestra tarea como periodistas. 

Un colega, Alejandro Alfie, en Clarín, midió que en las últimas solo dos semanas hubo este tipo de hostigamiento digital promovido por Milei y cuentas afines al mileísmo con nombres como Traductor Te Ama, El Gordo Dan, a 33 periodistas y conductores de programas de televisión y radios y 12 medios de comunicación, a los que acusó de ensobrados, pauteros, esbirros manipuladores, cómplices de los verdaderos violentos, entre otras agresiones que compartió en las redes sociales. 

A mí me parece muy grave, no quería dejar de destacarlo, esto de que dicen que siempre que los periodistas cuando lo critican es porque lloran pauta, y este gobierno cortó la pauta. A mí me parece bien que en un contexto de grandes ajustes se discuta si la pauta oficial tiene que existir o no, se supone que debería tener un fin de servicio público, de informar a la ciudadanía sobre determinadas cosas, no de ser una paga para que alguien hable a favor. 

Pero los que somos periodistas no decimos o no investigamos en función de la pauta, es más, muchas veces ni nos llega la pauta, la pauta va a un medio, la pauta oficial es algo legítimo, se podrán discutir los criterios de asignación y la necesidad de que crezca o se reduzca en función de otras necesidades de la población, pero no es algo ilegal. Lo que sí es ilegal son los sobres en negro, fondos que muchas veces salen de la SIDE, que no están blanqueados y son sobres que reciben algunos periodistas, no todos y la gran mayoría no, y me parece importante hacer esta distinción, porque si no caemos todos en la misma bolsa, todos ensuciados y después cuando uno está revelando o hurgando en el poder algo que molesta al poder, esa descalificación desvirtúa nuestro trabajo, y tenemos que defenderlo.

Cappiello: “Nuestro único afán es que exista más información para que la audiencia tome mejores decisiones”




Para comenzar con una breve reflexión sobre el tema que nos convoca, que es la relación entre la Justicia y los medios de comunicación, claramente es una relación de tensión y está muy bien que sea una relación de tensión porque nosotros como periodistas tenemos la función de escrutar al poder al poder político, al poder económico y en este caso es el Poder Judicial. 

Yo creo que, de los poderes del Estado, el judicial es el más opaco, porque los propios protagonistas de ese poder del Estado prefieren mantenerse así. 

Los sistemas procesales a lo largo de los años han contribuido a que funcionen de este modo. 

Ahora hay una apertura con el cambio en algunos sistemas procesales, la oralidad y esto permite que haya una mayor exposición de los funcionarios a la hora de poder mostrar cómo hacen lo que hacen. 

Nosotros los periodistas, más allá de cuál sea el sistema procesal, lo que tenemos que hacer es tener la obligación de poder acceder a esa información. 

Y acá yo creo que los problemas que atraviesan la relación entre Justicia y medios son tres, básicamente: uno es el acceso a la información, los periodistas vamos a querer acceder todo, a toda la información siempre y prudentemente los funcionarios del poder judicial van a decir “no, mirá, no vas a acceder todo, todo el tiempo siempre porque hay un Código, hay procedimientos, hay una etapa en la que el proceso necesariamente tiene que estar amparado por una reserva porque tiene que haber determinados trámites procesales”. 

Bueno, estamos dispuestos a comprender esas cuestiones, pero para eso hace falta un acercamiento entre los dos actores y que haya un diálogo y que nosotros podamos comprender el funcionamiento del trabajo de esos magistrados y que después sí, como contrapartida, tengamos acceso a esa información.

El otro tema tiene que ver con el lenguaje. Necesariamente el del poder judicial es un lenguaje técnico, pero hay toda una idea, sobre todo impulsada por un sector de poder judicial de favorecer el acceso a la justicia de la ciudadanía y para eso hay que tener en cuenta que las sentencias son para los justiciables y no son para los abogados. En esta corriente es que es muy bienvenida esta tendencia que se está dando en muchos tribunales de empezar a describir cada vez más para los justiciables que para la ciudadanía.





Hay un ejemplo bien interesante: cuando fue el caso de la condena del caso Mariano Ferreyra, un trabajador tercerizado del ferrocarril en un enfrentamiento con una patota del gremio de los ferroviarios, que lo terminó matando a tiros a Ferreyra. 

Cuando fue la sentencia contra el secretario general del gremio, uno de los jueces del Tribunal Oral leyó la parte resolutiva del fallo y después contó los fundamentos. 

No hubo que esperar 40 días, sino que nos contó a nosotros y les contó a los compañeros del muerto y a los familiares por qué se fallaba como se fallaba. 

Me parece que eso tiene que ver con poder acceder de algún modo a la Justicia, nosotros los periodistas agradecimos especialmente eso con el tema del acceso a la información. 

También hay espacios para poder llegar a determinados acuerdos. 

Me acuerdo cuando fue la sentencia de la causa AMIA, en el año 2003, donde el Tribunal Oral absolvió a todos. Imagínense el escándalo, pónganse en aquel momento, ellos eran conscientes de que iba a ser un escándalo, pero también eran conscientes de que no nos podían adelantar a los periodistas el fallo porque los jueces no adelantan sus sentencias. 

Pero sí nos dijeron “cuando termine la lectura vengan que les vamos a dar una información”. Y el tribunal oral dio un comunicado de cinco carillas que no integraba la sentencia, pero explicaba por qué habían hecho lo que habían hecho y acá me parece que es otra de las cuestiones que están buenas tener en cuenta, que es que el Poder Judicial tiene que comunicar y si no comunicaba iba a dejar ese espacio para que los absueltos dijeran “vieron que acá eran todos unos delincuentes y fue toda una injusticia” y las víctimas dijeran “impunidad, impunidad, impunidad”. 

En cambio, los jueces tuvieron la oportunidad a través de ese comunicado de establecer su punto de vista. Esto me parece que es un ejemplo de cómo se pueden acortar los tiempos

“Ya lo hablamos por nuestra sentencia, nosotros no conversamos con los medios de comunicación”. Esto era una cosa corriente hace 20 años. Hoy los jueces utilizan a los periodistas para sus operaciones políticas. O sea que, lejos de hablar por sus sentencias, muchos de los jueces buscan incidir en los medios de comunicación para decirles cosas a las partes, para decirles cosas a otros jueces, para decirles cosas a otros poderes del Estado. Y esto exige que nuestro vínculo con las fuentes también sea un vínculo mucho más exigente en cuanto a exigirles no solo certeza en cuanto a la información que nos pueden brindar, en ese sentido en el Poder Judicial tenemos que agradecer que la certeza de la información está dada por el documento. 

Y para nosotros los periodistas tener un documento es una bendición, porque tenemos la certeza de que nuestra nota está blindada. Es lo que dice el documento. Y en este momento, en este intercambio, cuando la fuente quiere ir más allá del documento y sobreinterpretar ese documento para poder posicionarse políticamente o poder mandar esta suerte de mensajes, nosotros también ya aprendimos cómo está funcionando hoy el sistema judicial.

Capítulo aparte: Corte Suprema de Justicia. 

La Corte Suprema de Justicia en este momento está atravesada por un conflicto interno entre tres jueces por un lado y el juez Ricardo Lorenzetti, por el otro. 

Esto hace que la información institucional de la Corte circule por los carriles normales, pero después que cada uno de los jueces de la Corte tenga sus propios modos de establecer vínculos de comunicación con los medios. 

Esto hace que estos vínculos de comunicación no se reduzcan a la publicación semanal del acuerdo que está online y la podemos bajar todos, sino además a determinado tipo de conversaciones. 

Y acá de vuelta: lo que hay ahí es no solo una comunicación de lo que hace uno de los poderes del Estado, sino también buscar de algún modo incidir políticamente para posicionar a ese ministro con respecto a los otros cuatro. 

Y ahí es cuando se pone mucho más interesante hacer Tribunales en la sección política, porque justamente nos damos cuenta de que los jueces de la Corte son juristas pero también son la cabeza de uno de los poderes del Estado y que juegan también fuerte a la política.

Quiero referirme a una situación, a unos problemas en particular que me parece que tienen que ver con qué nos está pasando a nosotros, los periodistas y los medios de comunicación en este momento. 

Los periodistas entendemos que la información es un bien público. Más allá de los medios donde trabajemos, que pueden ser medios privados que lucran con esto y hacen un negocio. 

Pero entendemos que la información es un bien público. Yo cuando me despierto a la mañana o a mediodía voy a Tribunales para buscar una información y busco publicar una noticia y busco publicar una primicia, mi único afán es que exista más información para que la audiencia tome mejores decisiones. 

Decisiones que contribuyen a ejercer mejores derechos. Cuanta más información tienen, pueden ejercer mejor su derecho a la salud, sus derechos de acceso a la información y también los derechos políticos. Cuanto mejor información exista, mejores decisiones van a tomar. Para votar, pero también para despertarse a la mañana o decidir si compran dólares o cambian el auto. Y nosotros trabajamos de eso. Lo que nos mueve como periodistas es eso. Más allá de los medios en los que trabajemos, que están atravesados por los intereses económicos, políticos, ideológicos que todos ustedes conocen.

Nosotros tenemos una función que hacer. Y en ese ejercicio profesional permitimos que se ejerza un derecho de acceso a la información que está garantizado por el Pacto de San José de Costa Rica, en el artículo 13, que dice que los periodistas tenemos el derecho de buscar, que los ciudadanos tienen el derecho de buscar, recibir y difundir ideas libremente. 

En el ejercicio de ese derecho de acceso a la información de los periodistas, de algún modo es como que tenemos “delegado” el ejercicio de alguna de estas tareas en lo que tiene que ver con buscar y difundir. Y en eso nosotros podemos permitir que el derecho de acceso a la información sea realmente eficiente.

Eso nos pone en un espacio entre los actores que generan los contenidos, entre los hechos y las audiencias. Con la irrupción en los últimos 20 años y en los últimos 5 de las redes sociales, obviamente se produjo un cambio completamente en todo el ecosistema de medios. Cambió el negocio, cambiaron las audiencias, cambiaron los medios, cambió el soporte, yo escribo para el celular. 

Mi tarea es escribir contenido para el celular, que ustedes consumen el celular y se tropiezan con esos contenidos a través de las redes sociales. 

Y cambiaron las relaciones con el poder. Las relaciones con el poder antes eran mediadas por los medios de comunicación. Los medios de comunicación, el poder acudía a los medios de comunicación para poder transmitir sus informaciones. 

Y los medios de comunicación acudían al poder porque el poder, sobre todo el poder oficial, es el que tiene toda la estructura de comunicación montada. Cada Ministerio, cada Dirección, cada diputado tiene su agregado.

Después de publicar la noticia de la historia de Alberto Fernández y la denuncia por la agresión contra su exmujer, Fabiola, Claudio (Savoia) tuiteó y dijo que es fantástico cuando uno publica una información que se abren las fuentes y empiezan a comunicarme más información. Y él tuiteó que tenía más datos todavía después de haber publicado la primera noticia. 

Y atrajo una catarata de tuiteros indignados que decían “¿no ves? Por eso, eso es lo que pasa. Ustedes los periodistas van a perder con las redes porque ¿por qué no lo publicás, Claudio? ¿Ven por qué van a perder ustedes con las redes? Porque ustedes se guardan, porque ustedes protegen, porque ustedes se encubren”. Había como una especie de pulseada entre los usuarios de redes sociales versus los periodistas. 

Esto está medido

El Reuters Institute es un instituto que se dedica a hacer encuestas todos los años sobre consumo de medios en todo el mundo. Y el informe del 2024 tiene dos datos tremendos para los periodistas: el primero, que en la Argentina prácticamente el 60% o el 50% de la audiencia evita las noticias, hay mucha gente que evita los contenidos informativos. 

Y el otro dato preocupante es que les creen más a las celebrities y a los influencers que a los periodistas. Entonces, me parece que este dato hace juego con los reclamos que le hacían a Claudio de “¿ven ustedes por qué van a fracasar y nosotros en las redes vamos a terminar ganándoles la pulseada?” 

Bueno, pues no. Nosotros todavía tenemos un sentido que es este de mediar para poder poner en contexto. Actuamos con determinados criterios. Nosotros podemos publicar información que sea verificada. Necesitamos que esa información esté sostenida en fuentes. Necesitamos que haya un documento que la respalde. Y la información que recibió Claudio seguramente nos va a sorprender dentro de poco con nuevos datos, pero no era para publicarla en ese momento, porque esa información es un off the record que seguramente deberá tener un proceso de verificación. 

Y que probablemente a lo mejor un influencer que no tiene estas reglas del ejercicio de la profesión, no le importe. Nosotros tenemos una idea sobre el ejercicio ético de la profesión que también incluye nuestro vínculo con los anunciantes de los medios en los que trabajamos. Los influencers, no. Yo no sé si un contenido está auspiciado o no está auspiciado por una marca. En los medios donde yo trabajo tiene que aparecer un cartelito arriba con “contenido patrocinado”. Eso es un ejemplo nomás. Imagínense todo lo demás.

Yo creo que estamos atravesando este proceso, donde está ocurriendo este fenómeno. Donde se da esta tensión entre celebrities y periodistas. Y creo que acá es muy importante el reconocimiento por parte de las audiencias de la labor profesional. Si a las audiencias les da lo mismo, entonces no. Y acá es donde se cuelan las noticias falsas, porque es muy fácil. Y sobre todo porque hay una tendencia de los medios de prescindir de no solo trabajar sobre redes sociales para la difusión de los contenidos, sino también empezar a trabajar ahora con WhatsApp, con los grupos de WhatsApp. Utilizar los grupos de WhatsApp como canales de distribución de los contenidos propios de cada medio. Súper peligroso. 2025, año electoral. Los grupos de WhatsApp son grupos cerrados. Y son el lugar donde circulan todas las fake news y operaciones políticas y noticias falsas que se les ocurran. Una fake news en Twitter dura lo que dura un tweet. Diez minutos, tenés 15 que te lo rebaten y te desmienten. En WhatsApp no. Porque tenemos el otro problema, que es que yo recibo la información de alguien en quien yo confío y no importa si la verifico, yo la reenvío porque confío en el destinatario. Si me la manda él, no voy a dudarlo. Y no me voy a molestar en verificarla. Entonces me parece que de vuelta hay ahí una pulseada en la cual tenemos que estar atentos desde los medios y desde las audiencias porque puede impactar en la calidad de la información que recibimos y en la calidad de la democracia que queremos.


Savoia: “¿Por qué es redituable para los políticos hablar mal de nosotros?”




Lo primero que me gustaría pensar con ustedes o compartir es por qué la Justicia se transformó en un escenario tan importante para discutir los problemas de los argentinos. 

Nosotros cuando hablamos de la Justicia, hablamos de la Justicia Federal, la que investiga los hechos de corrupción, el narcotráfico, los delitos complejos, el contrabando, la trata de personas. 

Pero está la otra justicia, la de todos los días, la justicia que nos tiene que dar una respuesta desde un divorcio hasta algún hecho de inseguridad. 

También estamos en manos de esos jueces, de esos fiscales, de esos tribunales, y me parece que no están teniendo la mejor de las respuestas para la sociedad. 

Nuestros problemas económicos, desde el corralito del año 2002 para acá, para poner un ejemplo que me imagino que todos recordamos, quedaron en manos de la Justicia. 

Nuestros bienes, nuestros ahorros estaban en manos de jueces nacionales y en última instancia por los integrantes de la Corte Suprema, que terminó cambiándose por esa cuestión. 

Hubo toda una movida de juicio político y después del cambio de gobierno con Néstor Kirchner se dinamitó una Corte y empezó otra. 

Entonces, cuando uno empieza a ver y a pensar la cantidad de temas generales, nacionales, electorales, ni hablar. La elección del 2003, que fue la primera posterior a la gran crisis del 2001, fue posible porque una jueza, la doctora María Servini, interpretó como quiso las leyes en Argentina para que pudiera haber cinco candidatos que no fueron a ninguna interna, después del estallido económico, social y político. 

Y así fue como se votó, a la carga barracas. Se podría haber tomado otra decisión y esa decisión la hubiera tomado una jueza federal y eventualmente los tres jueces de la Cámara Nacional Electoral y punto. Y todos los argentinos deberíamos haber votado en las condiciones en que esos jueces querían.

Entonces, viendo esto, conviviendo con los políticos, con los empresarios, con los sindicalistas, todos los factores del poder, la Justicia se ha ido convirtiendo en un lugar central para la vida pública y privada, no solamente de esas corporaciones sino también de todos los ciudadanos. 

Así es como me dediqué muchos años y cuando puedo hago periodismo de investigación. Pero también la Argentina le dio un golpe a mi ego, porque el periodismo de investigación es muy lindo cuando uno muestra todo lo que hizo y cómo investigó y cómo están todas las cuentas que van de un país al otro, es profesionalmente muy satisfactorio, socialmente no siempre es tan efectivo. 

Quiero ser claro: es muy importante, pero no siempre es tan efectivo a la velocidad que fue cobrando, el vértigo que fue cobrando la sociedad argentina, donde por día pasan cuatro millones de cosas.




Con el tiempo me di cuenta que me decían mucho: “¿Quién era el culpable? ¿Qué hace acá de vuelta? ¿No tiene que estar preso?” Bueno, conectar esos hechos, lo que implica primero tener mucha información, segundo, lo que para mí es más importante de todo, tener una antigüedad, para no decirle trayectoria, decir “La verdad que yo hace 20 años también estaba acá. Pasaron siete presidentes, pero yo ya sé esto es donde empezó, o cómo termina este circuito cuando empieza a ir la pelota para aquel lado”. 

Entonces lo anticipo, lo explico, fundamentado en hechos, en base a mi experiencia, pero siempre abierto a los hechos. Porque otra cosa que, por desgracia, nos fuimos encontrando (soy muy crítico de eso) es el blindaje autoinmune de las ideas de muchos periodistas, que necesitan confirmar lo que ya pensaban antes y están permanentemente cerrados a lo que la información nueva les da, que en muchos casos, sobre todo en un país como Argentina, implica rever lo que yo decía hace un año. 

Por supuesto que los valores van a ser la democracia, la libertad, la apertura, el consenso, la democracia en el sentido más hermoso de la diferencia, de la exposición, de compartir cosas distintas y no que sea todo el mismo color. Pero debajo de eso, los hechos no tienen que ir modificando, porque si nosotros perdemos esa sensibilidad, es muy difícil que podamos ofrecérsela a nuestras audiencias. Y la verdad que lo que nos vuelve, en el remito del correo, es que no estamos haciendo nuestro trabajo tan bien.

Abonando las presentaciones de Mariel y de Hernán, el momento de los periodistas es en realidad el momento que está viviendo el país, con las expresiones públicas, en este caso del Presidente, pero cuando vamos para atrás, también del Presidente que se acaba de ir, y también de la anterior y de la anterior. 

Bueno, yo creo necesario que nosotros tenemos que mirarnos al espejo, también decir ¿por qué es redituable para los políticos hablar mal de nosotros? Porque no es que hablan mal y está mal visto. Hablan mal y dicen “sí, tienen razón, al final estos periodistas cambiaron de camiseta 40 veces, dicen lo que les conviene en el momento, o lo que dicen, la verdad que al día siguiente no era tan así”. Bueno, algo mal estamos haciendo. Todavía nos cuesta también convivir con los tuiteros, las redes sociales, que no tienen las mismas reglas que nosotros, y a veces la tentación nuestra, de nuestro jefe, de los dueños de las empresas de las que trabajamos es “vamos, vamos, dale, dale”. Pero más de una vez decimos “un momento, pero aquí estamos leyendo, ojo, ojo que no es así, ojo que esto lo dice la querella, pero el fiscal que también acusa no dice exactamente lo mismo”, o “guarda que hoy dicen esto, pero la resolución de hace un mes decía una cosa distinta” ¿Qué pasó en el medio? Tenemos que explicar eso, más que repetir y sacar ravioles por la punta de la máquina.

Entonces, es un trabajo complejo, se construye con pequeños fracasos, con aprendizajes, con peleas, hay que pelear por este paso, hay que aguantar. El trabajo con la Justicia también tiene sus particularidades, nuestras fuentes son las mismas a través de los años. Y, como diría una expresidenta con mucha envidia, no los votan, se quedan todo, porque el Poder Judicial es el que permanece cuando los otros dos rotan con las elecciones. 

A un político nosotros lo vemos, se enoja, “no me gustó lo que sacaste, sos un mentiroso”, y al día siguiente te dice “che ¿me sacás algo?”. Ya está, empezó de vuelta. Si el fiscal se enojó… Hay uno muy enojado conmigo y con la gente de Clarín, cambió el teléfono y no atiende más, muy enojado por algo que los periodistas dijimos respecto de una resolución que tomó el año pasado, y no le gustó, y el señor no nos atendió más, es un fiscal muy importante.

Ahora se está discutiendo el ingreso de dos personas a la Corte Suprema de Justicia. Una de ellas es muy controvertida, por razones muy fundamentadas es controvertida. 

Bueno, nosotros no solamente tenemos que presentar todos los elementos que alimentaron esa controversia para que la gente sepa qué es lo que está pasando, sino también advertir qué implicaría que el doctor Ariel Lijo ingrese a la Corte Suprema y permanezca en ella 20 años. 

Bueno, atención ¿qué pasa si para que el señor Lijo entre, y como es una persona muy resistida, se discute ampliar la Corte? ¿Qué podría implicar? ¿Una Corte para ellos, como hicieron todos los gobiernos? ¿O parece que parte de la decadencia argentina es porque tenemos un Poder Judicial que no responde a nada? Porque también eso es cierto. 

Considero que tengo que ser muy autocrítico de las cosas que produzco, que digo y que cayo, por razones profesionales, hasta que al menos considere que son información verificable y de interés público. Alos jueces les pasa lo mismo. 

Están en la consideración subterránea, entonces viene la necesidad de ver lo que hacen, de poder escrutar su trabajo, de evaluar si hay una cierta lógica, ni hablar sus condiciones personales, sus condiciones económicas. Hay gente que no puede explicar los bienes que posee, la economía de su familia.

Entonces, atención, hay que seguirlos de cerca, y hay que ponerles una mirada muy crítica a lo que están haciendo. En eso hay, creo yo, para no ser tan oscuro, una luz de esperanza. 

Me gusta seguir un indicador: cuando nosotros hablábamos de jueces federales, todo el mundo piensa en Buenos Aires, Retiro, el edificio de la avenida Comodoro Py, y seguramente si yo les digo nombres comunes, Roberto Oyarbide, María Servini, el doctor Canicoba Corral, que ahora se jubiló, seguro por lo menos los habrán escuchado nombrar, porque son los jueces de instrucción los que reciben las denuncias, y generalmente las tenían hasta que moría la causa. 

Ellos abrían como una canilla hasta dónde va, hasta dónde no va. Si yo ahora les dijera otros diez nombres de jueces de tribunales orales, que son los que hacen el juicio, creo que no conocen a ninguno. Solamente ahora quizás yo le digo el fiscal Luciani, lo conocen porque es el que llevó a juicio oral, y con un dictamen muy fuerte, y con un alegato inolvidable, transmitido por todos lados, en la acusación contra Cristina Kirchner por el caso de Vialidad, y la corrupción con Lázaro Báez. 

Es muy extraordinario que los juicios orales se hagan. En realidad, es el momento donde se enjuicia a una persona, se la condena o se la absuelve. Y ahí nos enteramos que en la Argentina recién ahí comienza la historia, porque viene una cadena de apelaciones y de recursos y de chicanas que hacen que nunca se cumpla nada.

La pregunta que seguramente todos más escuchamos cuando contábamos una historia es “¿pero va a ir preso? Porque estoy viendo a un millonario”. Y es la pregunta más difícil de contestar, porque uno debería decir “por las pruebas que hay y que muchas veces, en muchos casos, comenzaron en notas periodísticas, sí”. 

Pensemos en los Cuadernos de las Coimas, año 2018, estamos en agosto de 2024. Hace seis años y el juicio no se hizo todavía. 

Se instruyó rápidamente para una causa tan compleja, se elevó a juicio oral, y ahí sigue. Entonces, recién cuando se haga el juicio, vamos a ver, y después vendrán las apelaciones, las condenas, no se termina nunca.



Fuente: Análisis Digital

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