Además del proyecto de becas, la fundación trabaja en iniciativas como Tejiendo Valores Ancestrales, que fomenta el aprendizaje del telar tradicional tanto en escuelas como en comunidades.
También destacan los proyectos de turismo comunitario, destinados a generar oportunidades de desarrollo económico en la región.
El legado del Padre Chifri no solo se refleja en los proyectos actuales, sino en la transformación de la vida de los jóvenes becarios.
"Buscamos que los chicos se formen y regresen a sus comunidades para implementar proyectos que generen impacto", explicó Agustina Rosado.
Un ejemplo de esta filosofía es el trabajo de Guadalupe Cruz, quien desarrolló una propuesta educativa con juegos de aprendizaje para niños, o Claudia Córdoba, quien está por recibirse de enfermera y ha liderado un proyecto de higiene personal para las comunidades.
Del sueño a la realidad
María Magdalena Olmos, una joven de 26 años oriunda de Finca El Toro, ha demostrado que con esfuerzo y apoyo es posible alcanzar los sueños más lejanos.
Graduada como psicopedagoga en 2021, Olmos ha vivido en primera persona el impacto del programa de becas impulsado por la Fundación Alfarcito, creado en honor al Padre Chifri, quien transformó la vida de numerosas comunidades de la Quebrada del Toro.
María Olmos, psicopedagoga, exbecaria de la fundación.
"En el colegio veía muy lejano mi sueño de ser una profesional. Mi mamá no tenía el sostén económico para que yo pudiera estudiar en la ciudad, y siendo de un lugar tan alejado, la idea de estudiar parecía inalcanzable", relató Olmos.
Su comunidad, Finca El Toro, está a una hora de Alfarcito y luego a seis horas a pie entre los cerros.
Sin embargo, en 2018, gracias a la oportunidad que le ofreció el programa de becas, pudo dar el paso que cambiaría su vida.
Un camino difícil
El primer año en la universidad fue complejo para María. "Llegar a la ciudad sin conocer a nadie fue complicado, pero con el apoyo constante de la fundación, logré superar esos desafíos", explicó.
Su perseverancia la llevó a graduarse en 2021, y a finales de ese mismo año le ofrecieron coordinar el equipo de becas, lo que le ha permitido trabajar más de cerca con los jóvenes becarios.
"En 2018 éramos solo dos becarias, y hoy puedo decir que me recibí gracias a este apoyo.
Ahora me toca devolver esa misma ayuda, orientando a otros jóvenes que están en la misma situación en la que yo me encontraba", comentó orgullosa.
En comunidad
Aunque actualmente reside en Campo Quijano y viaja a la ciudad para trabajar, María nunca olvida sus raíces.
Su madre, artesana, continúa viviendo en Puesto Grande y deja sus creaciones en el centro de artesanías de Alfarcito, gestionado por la fundación.
Sus hermanos también han encontrado apoyo: uno estudia diseño gráfico, otra geología, y el tercero es técnico minero.
"Siempre vuelvo a mi lugar, porque nunca me voy a olvidar de mi origen", asegura.
El legado
María Magdalena Olmos tuvo la suerte de conocer al Padre Chifri cuando era niña.
"Lo conocí en la escuela primaria, tenía 7 años. Recuerdo que nos hacía una ronda y, en medio de nosotros, cantaba con su guitarra la canción 'Chivita Chivita', una presentación que hacía ante los niños", rememora.
Fuente: https://www.eltribuno.com/
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