Corrientes en septiembre es Chamamè
Primera Fiesta Nacional del Chamamè; 6, 7 y 8 de Septiembre de 1.985.
Aquel viernes 6 de septiembre de 1985, el Estadio Club Sportivo Juventus fue sede de la Primera Fiesta Nacional del Chamamé. Este evento marcó un punto de partida para que hoy esta celebración popular de los correntinos se transforme en uno los principales festivales folclóricos del país, y mayor del género en el mundo.
A través de la Resolución N 281 del 22 de mayo de 1985, la Secretaría de Comercio Exterior de la Nación declaró a Corrientes sede de la Fiesta Nacional del Chamamé, y con ese sello asegurado, la organización del evento tomó varios meses y el esfuerzo gubernamental y de actores culturales íntimamente vinculados con la música, hasta llegar al día fijado. Fue entonces que la inconfundible voz de Juan Carlos Cosarinsky estrenó su emblemático grito de apertura “Corrientes, Capital Nacional del Chamamé”.
Durante tres jornadas subieron al escenario de Club Juventus las principales figuras chamameceras del momento. Más de 25 conjuntos actuaron cada una de las veladas. El público pagó su entrada para disfrutar del espectáculo a un costo de un austral con setenta centavos, y los que eligieron platea abonaron cuatro australes.
Entre los patriarcas del chamamé que actuaron esas noches se encuentran: Isaco Abitbol, los Hermanitos Sena, Rosendo y Ofelia, Niní y Rudy Flores, Mateo Villalba y su trío; María Ofelia, Los Hermanos Barrios, Teresa Parodi, las Hermanas Vera, Flores-Miqueri, Mario Bofill, Paquito Aranda.
También otros de la talla del Dúo Vera-Monzón, Blas Martínez Riera, Eustaquio Miño (hijo), Coquimarola, Verón-Palacios, Los De Imaguaré, Ramona Galarza, Cuarteto Santa Ana, Raúl Barboza, Antonio Tarragó Ros, Pocho Roch, y tantos otros.
Muchos de ellos aún brillan cada año en la catedral chamamecera: el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola.
La organización de esta primera edición estuvo a cargo de la Dirección de Turismo provincial, en ese momento dirigida por Julio Traynor.
Tres noches mágicas que marcaron un puntapié inicial fundamental para que en la actualidad la Fiesta Nacional del Chamamé cuente con un escenario indiscutido que congrega los calurosos días de enero a las principales figuras del género, consagradas y en ascenso, y además se haya convertido en uno de los eventos más convocantes y identitarios del país. -Archivo Diario El Litoral de Corrientes-.
Anécdotas, memorias y relatos en la crónica de una “fiesta grande” – Por Fermín Ibarra para el Diario La República de Corrientes (Archivo 17/12/2020)
Herencia de tiempos pasados, de conquistadores españoles que llegaron a nuestras costas con vihuelas en las alforjas, de jesuitas que crearon escuelas de música y fábricas de instrumentos en nuestros suelos, de franciscanos que evangelizaron cantando y que encontraron en los guaraníes un talento innato para las artes y en especial para la música.
El legado chamamecero se puede rastrear hasta el principio de nuestras raíces, incluso en las temáticas más tradicionales de las canciones populares, donde los motivos favoritos son las aves y la fe, el amor, el paisaje correntino, la vida del campo y en especial la amistad.
Sobre todo ese andamiaje se apoyó, desde sus inicios en 1985, la iniciativa de proponer para Corrientes un espacio específico para celebrar el género.
¿Cómo no se le había ocurrido a alguien antes?
Hasta ese momento, el chamamé vivía y latía en reductos, patios y enramadas, como lo había hecho por varios siglos atrás. Pero no tenía su propia fiesta. Hasta que un recordado poeta y cantautor goyano, Bernardo Ranaletti, insertó la inquietud a través del foro del periodismo local.
Y con un artículo, destacó que fuera Entre Ríos –y no Corrientes– la que se lanzara a organizar un festival de chamamé.
“El artículo picó acá, se hizo sentir. Y así fue que Julio Trainor, entonces al frente de la Dirección de Turismo y Cultura, toma la iniciativa de organizar una Fiesta Nacional del Chamamé”, afirmó Fermín Ybarra, uno de los estudiosos del género que fue convocado por el Instituto de Cultura el año pasado para disertar –en el Museo de Bellas Artes– sobre los inicios del evento.
Ybarra fue organizador y coordinador general de la fiesta desde la primera hasta la edición número 18, y aún sigue aportando con su experiencia y conocimiento.
“Había que organizar un festival y nadie tenía experiencia. Con un grupo de conocidos conformábamos una asociación que se llama Ñu Rogüe. Entre ellos estuvo el profesor Enrique Piñeyro, el locutor y presentador José Daniel Yacaré Aguirre, Julio Córdoba y Pedro Franco. Luego participaron también otras personas como Toto Semhan”, recordó.
"Eran tantos los que se inscribieron para la primera Fiesta que solo podían tocar tres temas”
Fermín Ybarra Referente Cultural y Organizador
Juntos abordaron aspectos sobre cómo armar una grilla artística, una faceta cultural, peñas, concursos. “Dejamos todo armado y nos retiramos. Por suerte, Trainor contó con la experiencia del Yacaré Aguirre, que se crió con esta música.
A los 17 años ya era animador y presentador de Cocomarola, grabó con Montiel, con Isaco Abitbol y los Cardozo, sabía todo. Y allí se arrimó también Pedro Ranaletti, un primo de Bernardo, quien había escrito el artículo que disparó la iniciativa”.
Para respaldar la realización del evento, fue Pedro quien se instaló con una mesa en la esquina de calles Córdoba y Junín, y logró reunir miles de firmas de correntinos que se pronunciaron a favor del evento.
“ A mí me tocó ser jurado de las competiciones entre jóvenes de escuelas secundarias. Otro grupo evaluaba conjuntos en el hotel San Martín. Y fue entonces cuando fui convocado para la coordinación general. No me imaginé que cumpliría esa función por 18 años seguidos”, recordó.
La primera
“Eran tantos los conjuntos que se inscribieron para la primera Fiesta que apenas podían tocar dos o tres temas y tenían que bajarse”, recordó don Fermín. El debut se hizo en el club Juventus y duró tres noches, del 6 al 8 de septiembre. Se realizó bajo la consigna: “Corrientes, frontera abierta”.
Yacaré Aguirre, uno de los fallecidos en la tragedia de Bella Vista, hizo la apertura. La segunda edición se realizó en el club de Regatas. “Rebosaba todas las noches y era un problema conseguir las entradas, fue un éxito desde la convocatoria a los músicos y al público.
Pero había errores y críticas, lógicamente”, evaluó Ybarra.
Muchas de las anécdotas que colecciona el organizador rondan en torno a contratiempos que protagonizaron músicos de la talla de Antonio Tarragó Ros, Roberto Galarza o Isaco Abitbol.
Un gran anfiteatro
Sin dudas, la Fiesta del Chamamé se forjó a partir de la experiencia, el esfuerzo y el aprendizaje que dejaron las ediciones anteriores. Apoyadas en el fuerte respaldo del Estado provincial para consolidar el evento y sumarle cada vez mayor proyección nacional e internacional.
La del año pasado, la edición número 29, llegó signada por las contingencias meteorológicas. Pero no fue la primera vez. “Desde la tercera edición, nos fuimos al Anfiteatro. Y un día antes llovió torrencialmente. Es difícil imaginar lo que era caminar en el barro entre maderas, lo único que tenía piso era el escenario”, rememoró Ybarra.
Sin embargo, opinó que esa lluvia “tiene que haber sido una bendición: solo hay que mirar el anfiteatro hermoso que tenemos ahora para dar marco a esta Fiesta”, sostuvo.
También recordó la voladura del techo por la cola de un tornado en el año 1998. “Estaba cantando el cuyano Antonio Tormo, que hizo conocer El rancho de la Cambicha. Se sostenía el peluquín el hombre para que no se le volara, y al final se voló el techo”, contó entre risas.
Así, con trabajos de investigación publicados, cientos de horas de radio y programas televisivos, don Fermín no pierde oportunidad para hablar de lo que lo apasiona: el chamamé, sus protagonistas y el legado que no debe olvidarse.
El relato sobre la Fiesta Grande duró el año pasado más de dos horas, en una tarde en la cual un diluvio puso marco a la jornada. Los temas se sucedieron como piezas de un amplio rompecabezas que parece no tener fin.
Para quien quiera leerlo o escucharlo, su generosidad lo define. Habrá que poner atención, ahora más que nunca.
Algo Más…
La Fiesta del Chamamé se celebra en la ciudad de Corrientes, específicamente en el Anfiteatro Cocomarola, donde cada año durante algunas noches de enero suena y se baila el chamamé.
Al calor de las guitarras, los acordeones y el vibrante sapucay, esta fiesta propone diez noches de baile y canto, durante la segunda quincena de enero, al compás del chamamé.
Visitantes provenientes de distintos puntos de la Argentina, incluso de países vecinos, disfrutan de esas noches de manga corta en las que la cálida tierra correntina saca a relucir su magia.
La Fiesta Nacional del Chamamé se celebró por primera vez el 6 de septiembre de 1985 en el Estadio Club Sportivo Juventus de Corrientes, y marcó un punto de partida para que esta celebración popular se transformara en uno los principales festivales folclóricos del país y el mayor del género en el mundo.
En aquella oportunidad fueron tres noches mágicas que quedaron grabadas en la memoria de los asistentes.
El evento creció en audiencia año a año hasta convertirse en la actualidad en un escenario indiscutido que congrega a las principales figuras del género, ya sea consagradas o en ascenso, y que por ser uno de los de mayor convocatoria ya forma parte de nuestra identidad cultural.
El chamamé se configura como género a partir de expresiones musicales que tienen sus raíces en los antiguos pueblos originarios de la región.
Con origen en la comunidad guaraní, influenciado luego por rasgos culturales de las misiones jesuitas, y con una marcada influencia alemana que se encuentra expresada en la utilización del acordeón, este ritmo simboliza la integración de diversos pueblos en el plano musical.
La ciudad de Corrientes, sede de la fiesta y cuna del pueblo guaraní, fue fundada en 1588 por Juan Torres de Vera y Aragón, conquistador español por el cual decidieron rebautizar estas tierras como “Ciudad de Vera”.
Un siglo más tarde, si bien nunca figuró en los registros oficiales, se la llamó “San Juan de Vera de las Siete Corrientes” debido a que, por un lado, San Juan Bautista fue uno de los santos escogidos para proteger la ciudad y, por el otro, debido a la peculiar geografía de su costa, que presenta siete puntas de piedra o penínsulas que penetran en el río y provocan fuertes corrientes.
Pero el nombre guaraní de Corrientes es Taragüí, y tiene su origen en las características lagartijas que abundaban en los peñascos y riberas de la zona.
Su privilegiada ubicación, así como la elevación del terreno, que a diferencia de la vecina Resistencia la protege de las inundaciones, la convirtió en una plaza importante durante la época colonial.
El vocablo chamamé rescata una tradición de los guaraníes que tiene que ver con la danza y la musicalidad, y ha sobrevivido a todos aquellos intentos por eliminar los vestigios de la identidad de este pueblo originario.
Con el regreso de la democracia, el chamamé comenzó a tomar una nueva impronta y, de la mano de Antonio Tarragó Ros (hijo), rebrotó con brío en las capas populares argentinas.
De esta forma, la expresión musical litoraleña caló profundo en las nuevas generaciones y rompió el clima de adormecimiento cultural, y de miedo a determinadas expresiones artísticas de nuestra identidad, que había impuesto la dictadura cívico militar de la década del 70.
El chamamé, género musical bailable del litoral argentino, se escucha fundamentalmente en las provincias de Corrientes, Entre Ríos, centro-este de Formosa, Santa Fe, Chaco y Misiones.
También es fuerte en el norte santiagueño. Y más allá de las fronteras de Argentina, suena en Bolivia, Paraguay, sur de Brasil y de Chile y en parte de Uruguay.
El chamamé fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 16 de diciembre de 2020.
Fuente: https://fiestasnacionales.org/FiestasPopulares/
Comentarios
Publicar un comentario